Juana Subercaseaux
Esto es Eso

Juana Subercaseaux, a Chilean artist based in Mexico City, presents Esto es Eso, her first exhibition at OMR, showcasing her latest works that intertwine a feminine perspective with the intimate, the mystical, the ephemeral, and the spiritual aspects of nature. She combines abstract forms with organic symbols, emerging from a deeply personal realm and blurring the boundaries between the tangible and the imagined.

Subercaseaux's paintings invite reflection on the environment and the mental processes we experience within it, where both spaces slide in a simultaneous and ceaseless rhythm. The artist navigates a field of ideas where natural elements acquire phenomenological qualities related to spirituality, fantasy, dreams, hallucination, and evocation. In Subercaseaux's own words: "a flower hallucinates, water is a portal, the wind slows down, a reflection is an entity, movement freezes, the sun unfolds."

Influenced by the Transcendental Painting Group and philosophical animism, the artist imbues non-human objects with spirit, considering them as "you" rather than "it". Esto es Eso references the ideas of British writer and philosopher Alan Watts, alluding to the notion that external elements exist only in relation to the perceiving body and vice versa, transcending the illusion of dualism that separates them.

Through her works, Subercaseaux explores the evocative and subjective power of an ambiguous nature, suggesting something more: a sign, a state of transition, a delicate sensation of transience, mystery, or reverie, raising questions not meant to be answered.

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Her international exhibitions include MAPA, Argentina (2023), Instituto Telearte, Chile (2023), Troy Art House, United Kingdom (2023), TIM Gallery, Chile (2018, 2022), 7th Athens Biennale, Greece (2021), Tallinn Art Hall, Estonia (2020), House of Egorn, Germany (2019), among others.

Juana Subercaseaux, artista chilena radicada en la Ciudad de México, presenta Esto es Eso, su primera exposición en OMR, mostrando sus obras más recientes que entrelazan una perspectiva femenina con lo íntimo, lo místico, lo efímero y lo espiritual de la naturaleza. Combina formas abstractas con símbolos orgánicos, que emergen de un ámbito profundamente personal y desdibujan los límites entre lo tangible y lo imaginado.

Las pinturas de Subercaseaux invitan a reflexionar sobre el entorno y los procesos mentales que experimentamos a partir de este, en donde ambos espacios se deslizan en un ritmo simultáneo e incesante. La artista se mueve en un campo de ideas en que los elementos naturales adquieren cualidades fenomenológicas relacionadas con la espiritualidad, la fantasía, el sueño, la alucinación y la evocación. En palabras de Subercaseaux: “una flor alucina, el agua es un portal, el viento desacelera, un reflejo es una entidad, el movimiento se congela, el sol se desdobla.”

Influenciada por el Grupo de Pintura Trascendental y el animismo filosófico, la artista otorga espíritu a los objetos no-humanos, considerándolos como "tú" en lugar de "eso”. Esto es Eso, hace referencia al pensamiento del escritor y filósofo británico Alan Watts, y alude a la idea de que los elementos externos existen solamente en relación con el cuerpo perceptor y viceversa, trascendiendo la ilusión de dualismo que los separa. 

A través de sus obras, Subercaseaux explora el poder evocador y subjetivo de una naturaleza ambigua, que sugiere algo más: un signo, un estado de transición, una delicada sensación de fugacidad, misterio o ensueño, planteando preguntas que no pretenden ser respondidas. 

Sus exposiciones internacionales incluyen MAPA, Argentina (2023), Instituto Telearte, Chile (2023), Troy Art House, Reino Unido (2023), TIM Gallery, Chile (2022), Centro Cultural Matucana 100, Chile (2020), Centro Cultural Matta, Argentina (2019), “Eclipse” 7ma Bienal de Atenas, Grecia (2021), Tallin. Art Hall, Estonia (2020), House of Egorn, Alemania (2019), entre otros.

TEXTO CURATORIAL
De la cotidianidad privada, lxs cuerpxs y el amor.
Notas sobre Adolfo Riestra
Por 
Mauricio Marcin

De la cotidianidad privada, lxs cuerpxs y el amor 

Notas sobre Adolfo Riestra 

Por Mauricio Marcin

Cuerpos.
Cuerpos en una incesante recreación, en iteraciones fantasiosas cuerpos y cuerpas, cuerpxs contrahechxs, bellxs cuerpxs
cuerpos hasta que la repetición los haga sonar vacíos.

Cuerpos de obra, obras-cuerpos, cuerpos de ingenieros, cuerpos colectivos, cuerpos.

Adolfo Riestra se empeñó en una osada repetición para destruir una tradición y hacer posible la aparición de otra anormal.

Sus dibujos están poblados de cuerpos proscritos, son una somateca revolucionaria —para su época, los ochenta, y para la nuestra— porque reclaman una desidentificación. Sus seres se niegan a la construcción de un ego estable, a las identificaciones identitarias, huyen de la fijación a través de la contradicción: son tintas inmóviles que persiguen la ligereza y la mutabilidad del viento.

Esa somateca está plagada de invenciones monstruosas y hermosas, brazos que se alargan hasta la defectuosidad, torsos que se tuercen, muslos inflamados, pitos hinchados, tetas en esteroides, caídas, culos infraleves, criaturas hermafroditas. Todo en sus dibujos es defecto, deseo abyecto, formas caprichosas. Sus dibujos no se oponen a la belleza, sino que la implantan con otros cánones: su canto es el de un pájaro que pocos entienden.

[Estos seres se masturban. Nos reiteran lo que ya sabemos, más te vale tener una buena mano]

Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe. Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía por qué saber que los camellos eran especialmente árabes.1

De la obra de Adolfo no se puede decir lo mismo que Borges hizo con el Corán. Adolfo tuvo que inventar en cada dibujo lo que deseaba que existiera en la realidad; en una operación simbólica-demiúrgica hizo que cada pintura prodigara consistencia al mundo y es que hacer arte es hacer brotar el espacio que se desea habitar.

A Adolfo le compete el reconocimiento —junto a muchxs otrxs— de esa operación política y estética. La obra, el cuerpo de obra de Adolfo, es un grito en el medio de un cráter, un cráter que deviene playa, un placer que deviene muerte, una espiral.

Esa espiral procura una trayectoria iconoclasta y ateísta. Su incesante, delirante y frenética producción son un embate contra la “realidad natural” y una posibilidad de existencia chueca que lucha por formas de vida que no estén reguladas por la patriarcalidad.

[Even my peaches are obscene]2

Su época estuvo signada por un tropo incompleto, o como la llama Paul B. Preciado, por una revolución fallida: “los movimientos anticoloniales, antirracistas, feministas y homosexuales, de las revueltas de travestis y trans, de Panteras Negras, de Woodstock y de Stonewall habría dejado paso a la era Regan y Thatcher”3. En México se abrió la era conservadora y neoliberal de Miguel de la Madrid tras el “milagro mexicano”.

En el panorama cultural, la diversa época de los ochentas —fecunda para las revisiones genealógicas aún por realizar— se encasilló sobre todas las otras tendencias bajo el concepto de los “nuevos mexicanismos”. No intentaré aquí una valoración profusa del fenómeno pero sí diré que el neomexicanismo puede ser leído como un movimiento conservador que dilató las etiquetas de “lo mexicano”4, paradójicamente además, porque muchxs de quienes se vieron relacionados con esta tendencia sostenían posturas estéticas y sexuales disidentes. En pocas palabras, el neomexicanismo re-inventó, o dicho mejor, actualizó las ansias identitarias nacionalistas: creación de un producto transparente empaquetado para su comercialización y exportación. La nacionalidad se convirtió en commodity, el gran giro modernizador5. A ello, Riestra se opone con la des-identidad. Glissant y su defensa del “derecho a la opacidad” es cercano a esta idea desidentitaria. Las obras de Riestra reclaman, por partida doble, un entendimiento a lxs seres divergentes mediante un lenguaje “entendible”, y protegen y respetan los deseos antinómicos de quienes siguen siendo ilegibles u opacxs para el canon, la tradición y el poder.

A diferencia de la anterior afirmación sobre el Corán y la ausencia de camellos, el neomexicanismo está barrocamente saturado de sandías coloradas, de banderas y vírgenes de Guadalupe, de charros y caballos, de nopales y milagritos. Recordemos las imágenes de Julio Galán, de Nahúm Zenil, de Eloy Tarcisio, entre otrxs. No sucede así con Adolfo Riestra, él pinta peines, focos, perritos y gatitos, cuerpos de los que ya he hablado, flores y condones, deportistas, playas y muchas abstracciones. No hay en su obra neomexicanismo y quizás merezca el esfuerzo comenzar a desvincularlo para que el contexto de recepción de su obra se amplíe; que la membrana que lo cerca se rompa y su obra se desborde, como él desbordó vida.

¿Pero cómo intentar un escape de las categorizaciones? ¿Cómo comprender con otras posibilidades discursivas? No es solo lo neomexicano lo que le estorba a su obra, sino todo lo que norma la realidad. No en vano apela a una lengua diversa, a diversos lenguajes, a posibilidades ambivalentes. En algún momento impreciso inventó el neologismo “chífora” para referirse y objetar a una de sus obsesiones: lo rígido.
Con su invención de “lo chífora” aparecen como cascadas las lenguas del diablo, todo aquello que se niega a lo estricto y a lo yerto. En sentido positivo, surgen los cuerpos dóciles y plásticos que pueblan su imaginario; los troncos de sus seres tienen la flexibilidad del bambú y rehúsan la rigidez de los robles. Lo chífora es (y no es, porque escapa a clasificaciones fijas) el río de Heráclito, el libro de las mutaciones, todo aquello que se mueve y que está a punto de empezar.

Entre las posibles formas chíforas aparecen un murciélago fecundando, la rama de un árbol bifurcándose, un pene saludando al sol, una serpiente enroscándose bajo una piedra, los cuernos de un venado, los invisibles vientos de un planeta.

Lenguas chíforas, neólogas, transmutadoras, magmáticas.

Las propias formas en las que acometió el arte —sobre todo las disciplinas gráficas y pictóricas— abundan en el deseo chifórico de mutación. En el momento en que Adolfo lograba dominar algún estilo pictórico, lo dejaba, rechazando su dominio, pues lo controlable y previsible cesa de ofrecerle un espectro de posibilidades, como si el deseo estuviese satisfecho. Pintó (bien) en estilo académico, cubista (mal), realvisceralista (anormal), hizo dibujo costrumbrista, impresionista, pasó por múltiples estilo e ismos. No quiso permanecer en ninguno y tampoco procuró “inventar” un estilo propio, fiel a ese ego que rehusaba la identidad. Por eso sus dibujos son tanto de él como de sus plurales otrxs.

Este modesto esfuerzo de exhibir su Cuerpo de obra se declara parcial. No se intentó aquí una revisión exhaustiva, mucho menos definitiva. Estos signos se ofrecen separados, como un juego que permite reunir nuevamente otro cuerpo, reinventar otra forma y otra y otra. Esta exposición es una re-membranza.

Mauricio Marcin

Adendas

*** Adolfo murió en 1989 poco antes de que cayera el muro de Berlín, lo que significó el fin de un mundo posible y la instauración de otro, hegemónico, terrible. Ese momento también concentró, a través de la pandemia del VIH, una de las formas de bioidentificación, registro, control y exclusión de lo diverso. Hay mucho aún que aprender y recordar de ello.

*** Las insurrecciones sin humor son muy aburridas. La risa tiene un poder reformador que ejecuta a partir de un método: prepara y pone a la expectativa para derivar a la nada. El constante humor que destilan las obras de Adolfo nos sirve de recordatorio: a la vida se le puede sustraer su explicación. Quedamos, tras la gozosa carcajada, bajo la tutela del silencio.

1 J.L.B. reflexionó en aquella memorable conferencia de 1932, editada luego en El escritor y la tradición, sobre las relaciones entre la literatura y la identidad nacional.

2 Self portrait, Erika L. Sánchez

3 Paul B. Preciado, Dysphoria Mundi, 2022 

4 El término “neomexicanismo”, se le atribuye a la crítica Teresa del Conde quien el 25 de abril de 1987 publicó en el periódico unomásuno el artículo “Nuevos mexicanismos”. Del Conde nunca menciona en ese texto el neologismo “neomexicanismos”, sino el equivalente de “nuevos mexicanismos”.

5 No es casual que el sucesor de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, impulsara como divisa embajadora a las exposiciones internacionales que postulaban una identidad mexicana resuelta durante los años en que México preparaba su alianza económica con Estados Unidos y Canadá. En 1992 (Carla Herrera-Prats estudió profusamente este fenómeno en Historias Oficiales), el año correspondiente a la propuesta del acuerdo comercial, se realizaron seis exposiciones en Alemania, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Italia y España, las cuales imitaban el modelo propuesto por Fernando Gamboa, que identificaba “lo mexicano” como la suma ininterrumpida desde lo prehispánico hasta la creación moderna del Estado-nación. Pienso en México: Esplendores de 30 siglos como cumbre de este movimiento diplomático.

TEXTO
Adolfo Riestra: fragmentos escogidos
Por 
Abraham Cruzvillegas

Adolfo Riestra: fragmentos escogidos 

Por Abraham Cruzvillegas

If we assume that the Quetzalcoatl-Tezcatiploca duo is masculine and Tlaltecuhtli is feminine (as in the expression of diosa de la tierra) the myth can be easily read as masculine control of the feminine monstrous (m)other through violent killing and the appropriation of the female body… Tlaltecuhtli, far from being merely a name, has a semantic meaning clear enough for any Nahuatl speaker: “Earth Lord”… Tlaltecuhtli has been widely represented also as merely the name of an earth deity, de-gendered (the tecuhtli part marking masculinity ignored or maybe “castrated”) and re-gendered as feminine.
Zairong Xiang
The strange case of Tlaltecuhtli

Musculosxs cuerpxs hechos de fragmentos de otrxs, que se transfiguran en tránsfugas de la norma, de la forma y de la horma, suicidas de Jim Jones sacando la lengüita, como la mascota recogida de la calle, mostrando la mazorca, los labios colorados, las pieles oscurecidas, con pelitos, con pelos en los sobacos, con máscaras, mascarillas, sin cubrebocas, se masturban y se acarician, se tocan las puntas de los dedos en mudras leves y equilibristas, se nos asoman los pezones, se me escurren las chichis, la panza se menea mientras hacen deporte, mientras levantan pesas, pesos pesados del paseo, se agacha, vuelve a ser nosotros, ellas, todxs junt@s, y en reversa se agacha para recoger florecillas pal florero, sin enseñar la rayita, muchas rayitas, rayas, rayas, rayas, volutas y curvas que significan ‘nube’, otras de colores que quieren decir ‘arcoiris’. Otras ‘perro’. Otras también.

Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.
No hay adiós a mi perro que se ha muerto.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
Pablo Neruda
Un perro ha muerto

Me salen brazos de la cabeza -una Kali desconcentrada y distraída- y miro mientras a mis colegas (que como deidades deben mucho a una gestualidad que quiere ser afectiva y afirma cosas que parecerían poco relevantes), con los ojos chispados, y los ojos anegados de lágrimas que se han convertido en manantiales, para la sed de tu perra, tu gata, tu cocodrila, para tu vaso de Tonalá. Páralo. Sostén una manguera, una jarrita, unos lápices, aquella trae un gorro en forma de estrella, te recuerdan a una banda de funk, toda sudada.

Conocer a los demás, inteligencia.
Conocerse a sí mismo, clarividencia.
Vencer a los demás, fortaleza.
Vencerse a sí mismo, poderío.
Saber contentarse, riqueza.
Esforzarse, voluntad.
No perder el lugar, perduración.
Morir sin caer en el olvido, longevidad.
Lao Tzé
El libro del Tao

Sin aliento, me detengo. Me paro. Me levanto y brindo exangüe, por tu pasado de doble piel, de doble lengua, de doble raya mi cuaderno de contabilidad, con su margen rojo, ingresos y egresos son ahora rostros, retratos, personas, identidades, narices y orejas, cajas torácicas y amigos, otra vez un camarada que ladra, ambientes, situaciones. Respiro, suspiro, y la araña me reta con sus güebotes, y canta con el ano (como en ‘Pink Flamigos’), finges demencia, te volteas y buscas otros horizontes, otras rutas, no hay más, pero huele a óleo, a barro, a jarro, con agua fresquecita, agua de beber.

¡Unámonos! La nube se volverá lluvia,
la semilla se volverá trigo,
el manantial será un arroyo:
el pobre tendrá conciencia.
Pier Paolo Pasolini
¡Unámonos!

Otra vez en pedazos recontamos la posibilidad de ensamblarles en nuevas corporeidades, nuevas corporaciones, unas que no fueran globalizadas, ni eficientes, ni productivas, mucho menos reproductivas, pero sí placenteras y gozosas, con faldas, esgrafiadas -¡más rayas!-: brazos, piernas, manos y pies con zapatitos tipo Borceguí. Desperdigados los miembros por todos lados, se agruparían en bola, en bolas, para llamarse ‘esculturas’. Les quieren llamar ‘hieráticas’, ‘mexicanas’, pero en su rebeldía innata, se les sale del alma lo humano del cántaro, de su pastillaje chiforífico, que lo hermana con el ejército chino, y levanta su chingado grito, enarbolando como bandera unos jeans de cerámica, mientras abraza a su hermana la bombonera.

Cuando tenía nueve años fui de vacaciones con mi familia a Cebú, Filipinas, visitábamos a los parientes de mi madre, la mitad eran campesinos, la mitad pescadores de la costa de Dalaguete; en ese viaje descubrí un yacimiento de arcilla en el barrio de Kawayan. Jugando con el barro le di forma de distintos animales y uno de esos días le enseñé a uno de mis tíos más viejos mis esculturas, le dije '¿No crees que sería divertido que pudiéramos transformar una de estas islitas de coral en una gran escultura en forma de tortuga?' como la piececilla de cerámica que sostenía en mi mano. Mi tío celebró la idea con tal entusiasmo que en muy poco tiempo organizó a todos los primos y tíos -que eran prácticamente la totalidad de la población del lugar- quienes también se entusiasmaron muchísimo con mi idea. Juntos limpiamos de algas el coral del islote escogido y luego le dimos la forma de mi tortuguita de barro. Cuando subió la marea la escultórica isla desapareció por completo entre la espuma salada, pero por la noche brillaban las fosforescencias de los pólipos y los peces que la poblaban. Desde entonces la escultura ha cambiado numerosas veces sus formas y ahora está cubierta por hierbas y palmas que le han crecido. Pertenece a la gente del pueblo.
David Medalla
Sobre mi primera escultura

Tapándose la cara, ante cuatro mazacuatas, la calaca se hace afuera de la bacinica, a su alrededor, una mujer y su cabello, se regocijan ante el mar, el cristo encarnado en una bailarina que a su vez se rodea de una guerra, de tripas, de más máscaras, de otra guerra y que gesticula, ve allá un planeta con anillos que son serpientes -¿Serpienturno?-, y blandiendo prostéticamente un buen dildo, otra señora afirma ‘¡Qué hermosa es la natura!’; más allá la muerta muerte aguarda con su cepillito de cerda sintética a los murciélagos -que en francés se llaman chauve souris- y quienes muy entretenidos- hablan de manufactureras. La vampira dice: ‘Uy, el señor está muy gordo’, pero son solamente cuerpos con vello, canes con cacas y payasos montados en toros, ignorando la belicosidad circundante. Ay ay ay. Sangre. Paracaidistas. Un caimán. ‘Trabajar, superarse, ya habrá tiempo para reventarse’, casi ya no alcanzó a escuchar…

No sé
Cómo vivir
En este mundo sin ti
Ni sin ti
Prefiero los huevos tiernos
        La carne sangrienta
Y las frases inacabadas
No hay un tú que diga yo
Gabriela Jáuregui
Alguien por quien quemar las naves

Las recomendaciones del artista, al pie de la letra, y sin pasarse de la raya, de tú y de Usted, para no discriminar:

No te metas los dedos a la boca

Y:

No coma latas

No consuma medicamento

No tome mucho alcohol

No se duerma tarde

baile mucho

Adolfo Riestra 77

Abraham Cruzvillegas 24

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Todas las puertas son para salir, 2024
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The Advisor, 2023
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Nudo de Mar , 2023
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Enlace, 2023
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Volcano, 2022
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El proceso del plasma, 2023
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