BIO DE ARTISTA
Adolfo Riestra
1944 (TEPIC, NAYARIT, MÉXICO)
  →  
1989 (Ciudad de méxico, méxico)

Adolfo Riestra se destaca como un artista cuya visión no solo fue una medida de su tiempo, sino también una guía para aquellos que siguen su estela. Su pasión y compromiso con el arte son un modelo para ser admirado y apreciado por todos aquellos que han sido tocados por la musa.

¿Y cual será la manera en que el  artista preserve el instante?

Adolfo Riestra

Por encima de todo, Adolfo Riestra apreció y comprendió completamente el significado de la palabra compasión. Su trabajo revela una exploración de los procesos humanos, la existencia, y cómo nuestras acciones individuales afectan la conexión entretejida de toda la humanidad. Más allá, él consideró los aspectos de caos y arbitrariedad en lo posible que podrían interrumpir las comodidades de la rutina.

El arte de Riestra contiene una corriente constante y subyacente; el imán de una inquietud ambigua, centrada en lo desconocido o irresuelto. A su crédito y genio, él tuvo éxito en la producción de un cuerpo profundo de trabajo; sin embargo, aún nos podemos entristecer por el hecho de que mucho nunca nos podrá ser revelado. En parte, sus sujetos hablan y recitan cantos poéticos que desean ser escuchados. Pero, como en las antiguas tragedias griegas, nos lamentamos por las preguntas que no serán contestadas, muriéndonos por conocer más de lo que Adolfo podría haber compartido con nosotros; su vida no había sido corta en 1989.

Recorte de revista “Dos-Tres temas”, octubre-noviembre, 1986. Texto de Antonio Alatorre y Miguel Ventura para exposición “Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986.
Recorte de prensa –periódico sin identificar– Anuncio para exposición “Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986.

Nacido en Tepic, graduado de la Universidad de Guanajuato en derecho, dejó la carrera como abogado y notario por seguir su musa de las artes. Persiguió su sueño, viviendo una vida intensa que celebró los aspectos populares y ordinarios de la existencia. Él era un apasionado romántico que se proporcionó una perspectiva del mundo más profunda y amplia que la vista por nosotros, los que decidimos vivir en los valles.

De todos modos, aunque falleció en 1989, el trabajo de Riestra sigue siendo difícil de definir. Sin duda, disfrutó de todo lo que es México, apropiando directamente muchos elementos de la cultura tradicional que admiró y coleccionó. Con seguridad, exploró las técnicas de los artesanos, antiguos y modernos, incorporando lo que encontraba necesario para su cuerpo de expresión. Esto resulta crítico para nosotros al apreciar su intenso gusto por la cultura popular contemporánea; el ambiente de las calles... su gente, los perros, los sitios, sonidos, texturas, aromas. ¡Todo lo que despierta los sentidos!

Adolfo Riestra
Cantante de opera, 1988
Acrílico sobre tela
66 7/8 x 15 3/4 x 1 in
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Adolfo Riestra
Niño gritando, 1984
Acrílico sobre tela
70 7/8 x 47 1/4 x 1 1/8 in
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El trabajo de Adolfo Riestra a menudo es descrito en términos que se encuentran directamente atados a las tradiciones artísticas mexicanas. Y hasta el momento, la mayor parte de la atención dada a su arte y expresión se ha centrado en su escultura, pero es en sus dibujos y pinturas donde uno es capaz de encontrar su apasionado y vigoroso interés por el color y el gesto. Dentro de esta arena, Adolfo amplió la dimensión de su trabajo celebrando satisfactoriamente su mundo con una paleta dilatada. Como otros artistas de su periodo, Adolfo Riestra respondió a estímulos, asignándose y adaptándose a un expresionismo estético para encontrar necesidades específicas, relevantes al tiempo, el lugar y el ambiente. Quebró barreras "sitios-base" del arte, incorporando imágenes que le permitieron crear las expresiones que respondieran a formas específicas del pensamiento y sus cuestionamientos.

Su trabajo dio por resultado diálogos de creación que se dirigieron a formulaciones sobre su ubicación política y problemática social. En retrospectiva, Adolfo y estos otros artistas fueron precursores, que se anticiparon a mucha de la discusión popular que en el actual contexto se ha desarrollado en problemáticas relacionadas a "la globalización". Por su expresionismo estético hibridizado, Riestra desarrolló un léxico visual; conectando las cuestiones en las que su comunidad y él estaban sujetos. Al inspeccionar su arte, esto se identifica en la presencia de una gran narrativa; estimulada, llena de drama, emoción y humor. Podemos reconocer en su trabajo referencias a Posada, Goitia, Orozco y Cuevas (Hombre). De la misma manera, vemos la presencia de Goya, Schiele, Munch y Dix (Ópera China). En sus estudios de carácter, se encuentran distantes relaciones históricas de los trabajos de Da Vinci y Daumier (Gesticulaciones).

José Luis Cuevas y Adolfo Riestra, ca. 1970’s.
Adolfo Riestra junto a sus obras en exposición “Clique Ajijic. 8 Pintores”, 1976.
Cartel de exposición “Clique Ajijic. 8 Pintores”, enGalería Akari, Cuernavaca, Morelos, 1976.

Adolfo es a menudo descrito como un artista complejo, que sin duda es realzado por lo que fue su capacidad de destilar sujetos complejos e ideas en una apariencia de simpleza, si no es que en formas de representación ingenuas. Sin embargo, sus pinturas y dibujos son obras maduras que demuestran su capacidad para explorar sus intereses con intensas explosiones de energía que delimitó con las fronteras de la imagen pictórica. Dentro de los contornos de algunas líneas, contrapesó magistralmente colores que le permitieron impulsar la imagen más allá del plano bidimensional. En todas partes de su trabajo en los años 1980, no tuvo miedo para abrir las puertas de los tabúes tradicionalmente asociados con la identidad y el género. En estas exploraciones, reveló un acercamiento personal por desarrollar un lenguaje visual que le permitiera capturar la esencia del cuerpo y el alma. Durante este mismo periodo, muchas de sus piezas forman ahora series, bordes de una repetición obsesiva de la forma (Gracia Jones, o Animales, Culturistas).

Adolfo Riestra
Contorsionista, 1981
Collage sobre papel
28.5 x 19 cm
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Adolfo Riestra
Muscle woman, 1981
Collage, gouache y tinta sobre papel
24 x 16.5 cm
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Aquí, la capacidad de Riestra para la escritura de la información contextual en una forma figurada, que es destacada por la repetición rítmica, proyectó la imagen en un contexto abstraído de la palabra escrita asociada con el graffiti. Más allá, los dibujos y collages de Adolfo a menudo emplean un volumen de formas mixtas; recortes, manchas de pintura y delgadas líneas nerviosas, en las que los objetos perfilados aparecen flotando sobre la superficie del papel.

Dados en una forma "ingenua", sus trabajos muestran a menudo el aspecto de haber sido realizados por un niño o artista inexperto. Sin embargo, éste es el carácter y gusto de lo popular que dirigió su atención hacia aquellos individuos u objetos que decidió representar. En todas partes del trabajo gráfico y pictórico de Riestra, hay una calidad táctil llena de una ansia visceral. Más aún, su particular forma de emplear el color, la línea y el volumen, impera en la atención, tanto que uno no puede ignorar cierto sentido de urgencia.

Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in
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Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in
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Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in
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En la apreciación de su acercamiento a lo cotidiano, es importante que recordemos la admiración de Riestra por el arte infantil, la expresión popular y el arte foráneo. Habiendo adoptado deliberadamente una irónica, si no es que subversiva, aproximación a la creación; ignoró los métodos académicos tradicionales empleados para evaluar "la calidad" de lo que podría calificarse como "arte". Al contrario, la escultura de Riestra trae a la mente varias culturas antiguas y modernas; cicládica, china, egipcia y el arte tribal africano. En la mayor parte de todos estos trabajos, hay un fuerte sentido de continuidad cultural, sobre todo en lo que se encuentra arraigado más allá de la pre-conquista de México (Giganta con caballito, Bombonera grande).

Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in
Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in
Adolfo Riestra
Suicidas de Jim Jones
Collage, gouache, and ink on paper
12 5/8 x 9 1/2 in

El arte de Adolfo mantiene un tema sutil pero constante que sigue líricamente resonando en toda su obra. Encontramos expresamente referencias prehispánicas asociadas con las características de Xipe-Totec; dios de la primavera, imagen de metamorfosis, renacimiento y transformación. Su escultura es siempre de apariencia monumental, proyectando tranquilidad y un eterno sentido de estabilidad que va más allá del tiempo (Cantante negra, Torso con brazos tubulares).

Descubre más del trabajo de Adolfo Riestra

Consulta

Material documental en colaboración con Archivo Adolfo Riestra

Textos extraídos de "Adolfo Riestra: La Última Década 1980-1989" por Stephen Vollmer. Presentado por Galerías José Luis y Bertha Cuevas en colaboración con OMR.

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De la cotidianidad privada, lxs cuerpxs y el amor 

Notas sobre Adolfo Riestra 

Cuerpos. 

Cuerpos en una incesante recreación, en iteraciones fantasiosas cuerpos  y cuerpas, cuerpxs contrahechxs, bellxs cuerpxs cuerpos hasta que la repetición los haga sonar vacíos.  

Cuerpos de obra, obras-cuerpos, cuerpos de ingenieros, cuerpos colectivos, cuerpos.  

Adolfo Riestra se empeñó en una osada repetición para destruir una tradición y hacer posible la  aparición de otra anormal.  

Sus dibujos están poblados de cuerpos proscritos, son una somateca revolucionaria —para su  época, los ochenta, y para la nuestra— porque reclaman una desidentificación. Sus seres se  niegan a la construcción de un ego estable, a las identificaciones identitarias, huyen de la  fijación a través de la contradicción: son tintas inmóviles que persiguen la ligereza y la  mutabilidad del viento.  

Esa somateca está plagada de invenciones monstruosas y hermosas, brazos que se alargan  hasta la defectuosidad, torsos que se tuercen, muslos inflamados, pitos hinchados, tetas en  esteroides, caídas, culos infraleves, criaturas hermafroditas. Todo en sus dibujos es defecto,  deseo abyecto, formas caprichosas. Sus dibujos no se oponen a la belleza, sino que la  implantan con otros cánones: su canto es el de un pájaro que pocos entienden.  

[Estos seres se masturban. Nos reiteran lo que ya sabemos, más te vale tener una buena mano] 

Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo  que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de  camellos para probar que es árabe. Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía  por qué saber que los camellos eran especialmente árabes.1 

De la obra de Adolfo no se puede decir lo mismo que Borges hizo con el Corán. Adolfo tuvo que  inventar en cada dibujo lo que deseaba que existiera en la realidad; en una operación  simbólica-demiúrgica hizo que cada pintura prodigara consistencia al mundo y es que hacer  arte es hacer brotar el espacio que se desea habitar.  

A Adolfo le compete el reconocimiento —junto a muchxs otrxs— de esa operación política y  estética. La obra, el cuerpo de obra de Adolfo, es un grito en el medio de un cráter, un cráter  que deviene playa, un placer que deviene muerte, una espiral.

Esa espiral procura una trayectoria iconoclasta y ateísta. Su incesante, delirante y frenética  producción son un embate contra la “realidad natural” y una posibilidad de existencia chueca que lucha por formas de vida que no estén reguladas por la patriarcalidad.  

[Even my peaches are obscene]2 

Su época estuvo signada por un tropo incompleto, o como la llama Paul B. Preciado, por una  revolución fallida: “los movimientos anticoloniales, antirracistas, feministas y homosexuales, de  las revueltas de travestis y trans, de Panteras Negras, de Woodstock y de Stonewall habría  dejado paso a la era Regan y Thatcher” . En México se abrió la era conservadora y neoliberal 3 de Miguel de la Madrid tras el “milagro mexicano”. 

En el panorama cultural, la diversa época de los ochentas —fecunda para las revisiones  genealógicas aún por realizar— se encasilló sobre todas las otras tendencias bajo el concepto  de los “nuevos mexicanismos”. No intentaré aquí una valoración profusa del fenómeno pero sí  diré que el neomexicanismo puede ser leído como un movimiento conservador que dilató las  etiquetas de “lo mexicano” , paradójicamente además, porque muchxs de quienes se vieron 4 relacionados con esta tendencia sostenían posturas estéticas y sexuales disidentes. En pocas  palabras, el neomexicanismo re-inventó, o dicho mejor, actualizó las ansias identitarias  nacionalistas: creación de un producto transparente empaquetado para su comercialización y  exportación. La nacionalidad se convirtió en commodity, el gran giro modernizador . A ello, 5 Riestra se opone con la des-identidad. Glissant y su defensa del “derecho a la opacidad” es  cercano a esta idea desidentitaria. Las obras de Riestra reclaman, por partida doble, un  entendimiento a lxs seres divergentes mediante un lenguaje “entendible”, y protegen y respetan  los deseos antinómicos de quienes siguen siendo ilegibles u opacxs para el canon, la tradición  y el poder.  

A diferencia de la anterior afirmación sobre el Corán y la ausencia de camellos, el  neomexicanismo está barrocamente saturado de sandías coloradas, de banderas y vírgenes de  Guadalupe, de charros y caballos, de nopales y milagritos. Recordemos las imágenes de Julio  Galán, de Nahúm Zenil, de Eloy Tarcisio, entre otrxs. No sucede así con Adolfo Riestra, él pinta  peines, focos, perritos y gatitos, cuerpos de los que ya he hablado, flores y condones,  deportistas, playas y muchas abstracciones. No hay en su obra neomexicanismo y quizás merezca el esfuerzo comenzar a desvincularlo para que el contexto de recepción de su obra se  amplíe; que la membrana que lo cerca se rompa y su obra se desborde, como él desbordó  vida.  

¿Pero cómo intentar un escape de las categorizaciones? ¿Cómo comprender con otras  posibilidades discursivas? No es solo lo neomexicano lo que le estorba a su obra, sino todo lo  que norma la realidad. No en vano apela a una lengua diversa, a diversos lenguajes, a  posibilidades ambivalentes. En algún momento impreciso inventó el neologismo “chífora” para  referirse y objetar a una de sus obsesiones: lo rígido. 

Con su invención de “lo chífora” aparecen como cascadas las lenguas del diablo, todo aquello  que se niega a lo estricto y a lo yerto. En sentido positivo, surgen los cuerpos dóciles y  plásticos que pueblan su imaginario; los troncos de sus seres tienen la flexibilidad del bambú y  rehúsan la rigidez de los robles. Lo chífora es (y no es, porque escapa a clasificaciones fijas) el  río de Heráclito, el libro de las mutaciones, todo aquello que se mueve y que está a punto de  empezar.  

Entre las posibles formas chíforas aparecen un murciélago fecundando, la rama de un árbol  bifurcándose, un pene saludando al sol, una serpiente enroscándose bajo una piedra, los  cuernos de un venado, los invisibles vientos de un planeta.  

Lenguas chíforas, neólogas, transmutadoras, magmáticas. 

Las propias formas en las que acometió el arte —sobre todo las disciplinas gráficas y pictóricas — abundan en el deseo chifórico de mutación. En el momento en que Adolfo lograba dominar  algún estilo pictórico, lo dejaba, rechazando su dominio, pues lo controlable y previsible cesa  de ofrecerle un espectro de posibilidades, como si el deseo estuviese satisfecho. Pintó (bien)  en estilo académico, cubista (mal), realvisceralista (anormal), hizo dibujo costrumbrista,  impresionista, pasó por múltiples estilo e ismos. No quiso permanecer en ninguno y tampoco  procuró “inventar” un estilo propio, fiel a ese ego que rehusaba la identidad. Por eso sus dibujos  son tanto de él como de sus plurales otrxs. 

Este modesto esfuerzo de exhibir su Cuerpo de obra se declara parcial. No se intentó aquí una revisión exhaustiva, mucho menos definitiva. Estos signos se ofrecen separados, como un juego que permite reunir nuevamente otro cuerpo, reinventar otra forma y otra y otra. Esta exposición es una re-membranza.

Adendas 

*** Adolfo murió en 1989 poco antes de que cayera el muro de Berlín, lo que significó el fin de  un mundo posible y la instauración de otro, hegemónico, terrible. Ese momento también  concentró, a través de la pandemia del VIH, una de las formas de bioidentificación, registro,  control y exclusión de lo diverso. Hay mucho aún que aprender y recordar de ello.

*** Las insurrecciones sin humor son muy aburridas. La risa tiene un poder reformador que  ejecuta a partir de un método: prepara y pone a la expectativa para derivar a la nada. El  constante humor que destilan las obras de Adolfo nos sirve de recordatorio: a la vida se le  puede sustraer su explicación. Quedamos, tras la gozosa carcajada, bajo la tutela del silencio.

1 J.L.B. reflexionó en aquella memorable conferencia de 1932, editada luego en El escritor y la tradición, sobre las relaciones entre la literatura y la identidad nacional.

2 Self portrait, Erika L. Sánchez  

3 Paul B. Preciado, Dysphoria Mundi, 2022  

4El término “neomexicanismo”, se le atribuye a la crítica Teresa del Conde quien el 25 de abril de 1987 publicó en el periódico unomásuno el artículo “Nuevos mexicanismos”. Del Conde nunca menciona en ese texto el neologismo “neomexicanismos”, sino el equivalente de “nuevos mexicanismos”.