Adolfo Riestra se destaca como un artista cuya visión no solo fue una medida de su tiempo, sino también una guía para aquellos que siguen su estela. Su pasión y compromiso con el arte son un modelo para ser admirado y apreciado por todos aquellos que han sido tocados por la musa.
¿Y cual será la manera en que el artista preserve el instante?
Adolfo Riestra
1969
Entrevista televisada para exposición “Riestra Exposición-Pintura” – Teatro Experimental,Guadalajara, Jalisco, del 8 al 29 de noviembre de 1969.
1969
Entrevista a Adolfo Riestra sobre exposición “Riestra Exposición-Pintura” - Teatro Experimental, Guadalajara, Jalisco. 8 al 29 de noviembre de 1969.
1969
Invitación para exposición “Riestra Exposición-Pintura” - Teatro Experimental, Guadalajara, Jalisco. 8 al 29 de noviembre de 1969.
1970
José Luis Cuevas y Adolfo Riestra, ca. 1970’s.
1976
Fragmentos de invitación a exposición “Adolfo Riestra:Pintura” en Teatro Degollado, Guadalajara Jalisco, del 27 de abril al 23 demayo de 1976.
1976
Cartel de exposición “Clique Ajijic. 8 Pintores”, enGalería Akari, Cuernavaca, Morelos, 1976.
1976
Adolfo Riestra junto a sus obras en exposición “Clique Ajijic. 8 Pintores”, 1976.
1976
Adolfo Riestra junto a sus obras en exposición “Clique Ajijic. 8 Pintores”, 1976.
1976
Adolfo Riestra en su estudio de Santiago Tepetlapa, Morelos, ca. 1977. En la imagen de izquierda a derecha: Wendy Jones, Adolfo Riestra, Toni Beatty y personaje desconocido.
1976
Adolfo Riestra, Animal mítico, 1981 – Obra presentada en exposición “Tres Pintores Figurativos”, en Galería OMR, 1983.
1976
Recorte de prensa -periódico sin identificar- Patricia Sloane y Adolfo Riestra en inauguración de exposición “Tres Pintores Figurativos”, en Galería OMR, 1983.
1983
Adolfo Riestra, Sin título, 1983 – Obra presentada en exposición “Viejos problemas, nuevas soluciones I: Naturaleza muerta”, en Galería OMR, 1983.
1984
Vistas de exposición “Adolfo Riestra: Óleos, dibujos y cerámica”, en Galería OMR, 1984.
1986
Recorte de prensa –periódico sin identificar– Anuncio para exposición “Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986.
1986
Recorte de revista “Dos-Tres temas”, octubre-noviembre, 1986. Texto de Antonio Alatorre y Miguel Ventura para exposición “Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986.
1986
Recorte de prensa “El Nacional”, octubre 1986 – Texto“¿Museo de Horrores o Juego Infantil” de Merry McMasters, sobre exposición“Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986. En la fotografía Adolfo Riestra montando una escultura.
1986
Recorte de prensa “El Universal”, octubre de 1986 –Reseña exposición “Barro Nuevo”, en Galería OMR, octubre 1986.
1986
Esculturas de barro de Adolfo Riestra en su taller, ca. 1986.
1988
Texto de Adolfo Riestra para exposición “Con barro se puede tapar un rubí”, en Galería OMR, 1988.
1988
Vista de exposición “Rooted Visions: Mexican ArtToday” en Museum of Contemporary Hispanic Art (MOCHA), Nueva York, 1988.
1988
Recorte de prensa “La Jornada” jueves 17 de marzo 1988– Texto “Exponen obra plástica en NY 12 artistas mexicanos jóvenes” de Pablo Espinosa, sobre exposición “Rooted Visions: Mexican Art Today” en Museum ofContemporary Hispanic Art (MOCHA), Nueva York, 1988.
1989
Recortes de prensa –diferentes periódicos- 11 de octubre 1989 – Reseñas de exposición “El Mar”, en Galería OMR y Obituario por la muerte de Adolfo Riestra.
1989
Invitación a exposición “El Mar”, en Galería OMR, octubre de 1989.
1989
Adolfo Riestra en su estudio en Plaza Río de Janeiro 52, 1989.
1995
Invitación de exposición “Bilder und Visionen: Mexikanische kunst zwischen Avantgarde und Aktualität” en Museum Würth, Künzelsau-Gaisbach, Alemania, 1995.
1995
Vista de exposición “Bilder und Visionen: Mexikanische kunst zwischen Avantgarde und Aktualität” en Museum Würth, Künzelsau-Gaisbach, Alemania, 1995.
1998
Catálogo de exposición “Adolfo Riestra: dibujante, pintor y escultor”, en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), 1998.
2012
Vista de exposición “Mexicanidad: Frida Kahlo, Diego Rivera, Francisco Toledo, Adolfo Riestra”, en Kunsthalle Würth Museum, 2012.
Por encima de todo, Adolfo Riestra apreció y comprendió completamente el significado de la palabra compasión. Su trabajo revela una exploración de los procesos humanos, la existencia, y cómo nuestras acciones individuales afectan la conexión entretejida de toda la humanidad. Más allá, él consideró los aspectos de caos y arbitrariedad en lo posible que podrían interrumpir las comodidades de la rutina.
El arte de Riestra contiene una corriente constante y subyacente; el imán de una inquietud ambigua, centrada en lo desconocido o irresuelto. A su crédito y genio, él tuvo éxito en la producción de un cuerpo profundo de trabajo; sin embargo, aún nos podemos entristecer por el hecho de que mucho nunca nos podrá ser revelado. En parte, sus sujetos hablan y recitan cantos poéticos que desean ser escuchados. Pero, como en las antiguas tragedias griegas, nos lamentamos por las preguntas que no serán contestadas, muriéndonos por conocer más de lo que Adolfo podría haber compartido con nosotros; su vida no había sido corta en 1989.
Nacido en Tepic, graduado de la Universidad de Guanajuato en derecho, dejó la carrera como abogado y notario por seguir su musa de las artes. Persiguió su sueño, viviendo una vida intensa que celebró los aspectos populares y ordinarios de la existencia. Él era un apasionado romántico que se proporcionó una perspectiva del mundo más profunda y amplia que la vista por nosotros, los que decidimos vivir en los valles.
De todos modos, aunque falleció en 1989, el trabajo de Riestra sigue siendo difícil de definir. Sin duda, disfrutó de todo lo que es México, apropiando directamente muchos elementos de la cultura tradicional que admiró y coleccionó. Con seguridad, exploró las técnicas de los artesanos, antiguos y modernos, incorporando lo que encontraba necesario para su cuerpo de expresión. Esto resulta crítico para nosotros al apreciar su intenso gusto por la cultura popular contemporánea; el ambiente de las calles... su gente, los perros, los sitios, sonidos, texturas, aromas. ¡Todo lo que despierta los sentidos!
El trabajo de Adolfo Riestra a menudo es descrito en términos que se encuentran directamente atados a las tradiciones artísticas mexicanas. Y hasta el momento, la mayor parte de la atención dada a su arte y expresión se ha centrado en su escultura, pero es en sus dibujos y pinturas donde uno es capaz de encontrar su apasionado y vigoroso interés por el color y el gesto. Dentro de esta arena, Adolfo amplió la dimensión de su trabajo celebrando satisfactoriamente su mundo con una paleta dilatada. Como otros artistas de su periodo, Adolfo Riestra respondió a estímulos, asignándose y adaptándose a un expresionismo estético para encontrar necesidades específicas, relevantes al tiempo, el lugar y el ambiente. Quebró barreras "sitios-base" del arte, incorporando imágenes que le permitieron crear las expresiones que respondieran a formas específicas del pensamiento y sus cuestionamientos.
Su trabajo dio por resultado diálogos de creación que se dirigieron a formulaciones sobre su ubicación política y problemática social. En retrospectiva, Adolfo y estos otros artistas fueron precursores, que se anticiparon a mucha de la discusión popular que en el actual contexto se ha desarrollado en problemáticas relacionadas a "la globalización". Por su expresionismo estético hibridizado, Riestra desarrolló un léxico visual; conectando las cuestiones en las que su comunidad y él estaban sujetos. Al inspeccionar su arte, esto se identifica en la presencia de una gran narrativa; estimulada, llena de drama, emoción y humor. Podemos reconocer en su trabajo referencias a Posada, Goitia, Orozco y Cuevas (Hombre). De la misma manera, vemos la presencia de Goya, Schiele, Munch y Dix (Ópera China). En sus estudios de carácter, se encuentran distantes relaciones históricas de los trabajos de Da Vinci y Daumier (Gesticulaciones).
Adolfo es a menudo descrito como un artista complejo, que sin duda es realzado por lo que fue su capacidad de destilar sujetos complejos e ideas en una apariencia de simpleza, si no es que en formas de representación ingenuas. Sin embargo, sus pinturas y dibujos son obras maduras que demuestran su capacidad para explorar sus intereses con intensas explosiones de energía que delimitó con las fronteras de la imagen pictórica. Dentro de los contornos de algunas líneas, contrapesó magistralmente colores que le permitieron impulsar la imagen más allá del plano bidimensional. En todas partes de su trabajo en los años 1980, no tuvo miedo para abrir las puertas de los tabúes tradicionalmente asociados con la identidad y el género. En estas exploraciones, reveló un acercamiento personal por desarrollar un lenguaje visual que le permitiera capturar la esencia del cuerpo y el alma. Durante este mismo periodo, muchas de sus piezas forman ahora series, bordes de una repetición obsesiva de la forma (Gracia Jones, o Animales, Culturistas).
Aquí, la capacidad de Riestra para la escritura de la información contextual en una forma figurada, que es destacada por la repetición rítmica, proyectó la imagen en un contexto abstraído de la palabra escrita asociada con el graffiti. Más allá, los dibujos y collages de Adolfo a menudo emplean un volumen de formas mixtas; recortes, manchas de pintura y delgadas líneas nerviosas, en las que los objetos perfilados aparecen flotando sobre la superficie del papel.
Dados en una forma "ingenua", sus trabajos muestran a menudo el aspecto de haber sido realizados por un niño o artista inexperto. Sin embargo, éste es el carácter y gusto de lo popular que dirigió su atención hacia aquellos individuos u objetos que decidió representar. En todas partes del trabajo gráfico y pictórico de Riestra, hay una calidad táctil llena de una ansia visceral. Más aún, su particular forma de emplear el color, la línea y el volumen, impera en la atención, tanto que uno no puede ignorar cierto sentido de urgencia.
En la apreciación de su acercamiento a lo cotidiano, es importante que recordemos la admiración de Riestra por el arte infantil, la expresión popular y el arte foráneo. Habiendo adoptado deliberadamente una irónica, si no es que subversiva, aproximación a la creación; ignoró los métodos académicos tradicionales empleados para evaluar "la calidad" de lo que podría calificarse como "arte". Al contrario, la escultura de Riestra trae a la mente varias culturas antiguas y modernas; cicládica, china, egipcia y el arte tribal africano. En la mayor parte de todos estos trabajos, hay un fuerte sentido de continuidad cultural, sobre todo en lo que se encuentra arraigado más allá de la pre-conquista de México (Giganta con caballito, Bombonera grande).
El arte de Adolfo mantiene un tema sutil pero constante que sigue líricamente resonando en toda su obra. Encontramos expresamente referencias prehispánicas asociadas con las características de Xipe-Totec; dios de la primavera, imagen de metamorfosis, renacimiento y transformación. Su escultura es siempre de apariencia monumental, proyectando tranquilidad y un eterno sentido de estabilidad que va más allá del tiempo (Cantante negra, Torso con brazos tubulares).
Textos extraídos de "Adolfo Riestra: La Última Década 1980-1989" por Stephen Vollmer. Presentado por Galerías José Luis y Bertha Cuevas en colaboración con OMR.
Cuerpos.
Cuerpos en una incesante recreación, en iteraciones fantasiosas cuerpos y cuerpas, cuerpxs contrahechxs, bellxs cuerpxs cuerpos hasta que la repetición los haga sonar vacíos.
Cuerpos de obra, obras-cuerpos, cuerpos de ingenieros, cuerpos colectivos, cuerpos.
Adolfo Riestra se empeñó en una osada repetición para destruir una tradición y hacer posible la aparición de otra anormal.
Sus dibujos están poblados de cuerpos proscritos, son una somateca revolucionaria —para su época, los ochenta, y para la nuestra— porque reclaman una desidentificación. Sus seres se niegan a la construcción de un ego estable, a las identificaciones identitarias, huyen de la fijación a través de la contradicción: son tintas inmóviles que persiguen la ligereza y la mutabilidad del viento.
Esa somateca está plagada de invenciones monstruosas y hermosas, brazos que se alargan hasta la defectuosidad, torsos que se tuercen, muslos inflamados, pitos hinchados, tetas en esteroides, caídas, culos infraleves, criaturas hermafroditas. Todo en sus dibujos es defecto, deseo abyecto, formas caprichosas. Sus dibujos no se oponen a la belleza, sino que la implantan con otros cánones: su canto es el de un pájaro que pocos entienden.
Gibbon observa que en el libro árabe por excelencia, en el Alcorán, no hay camellos; yo creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe. Fue escrito por Mahoma, y Mahoma, como árabe, no tenía por qué saber que los camellos eran especialmente árabes.1
De la obra de Adolfo no se puede decir lo mismo que Borges hizo con el Corán. Adolfo tuvo que inventar en cada dibujo lo que deseaba que existiera en la realidad; en una operación simbólica-demiúrgica hizo que cada pintura prodigara consistencia al mundo y es que hacer arte es hacer brotar el espacio que se desea habitar.
A Adolfo le compete el reconocimiento —junto a muchxs otrxs— de esa operación política y estética. La obra, el cuerpo de obra de Adolfo, es un grito en el medio de un cráter, un cráter que deviene playa, un placer que deviene muerte, una espiral.
Esa espiral procura una trayectoria iconoclasta y ateísta. Su incesante, delirante y frenética producción son un embate contra la “realidad natural” y una posibilidad de existencia chueca que lucha por formas de vida que no estén reguladas por la patriarcalidad.
Su época estuvo signada por un tropo incompleto, o como la llama Paul B. Preciado, por una revolución fallida: “los movimientos anticoloniales, antirracistas, feministas y homosexuales, de las revueltas de travestis y trans, de Panteras Negras, de Woodstock y de Stonewall habría dejado paso a la era Regan y Thatcher” . En México se abrió la era conservadora y neoliberal 3 de Miguel de la Madrid tras el “milagro mexicano”.
En el panorama cultural, la diversa época de los ochentas —fecunda para las revisiones genealógicas aún por realizar— se encasilló sobre todas las otras tendencias bajo el concepto de los “nuevos mexicanismos”. No intentaré aquí una valoración profusa del fenómeno pero sí diré que el neomexicanismo puede ser leído como un movimiento conservador que dilató las etiquetas de “lo mexicano” , paradójicamente además, porque muchxs de quienes se vieron 4 relacionados con esta tendencia sostenían posturas estéticas y sexuales disidentes. En pocas palabras, el neomexicanismo re-inventó, o dicho mejor, actualizó las ansias identitarias nacionalistas: creación de un producto transparente empaquetado para su comercialización y exportación. La nacionalidad se convirtió en commodity, el gran giro modernizador . A ello, 5 Riestra se opone con la des-identidad. Glissant y su defensa del “derecho a la opacidad” es cercano a esta idea desidentitaria. Las obras de Riestra reclaman, por partida doble, un entendimiento a lxs seres divergentes mediante un lenguaje “entendible”, y protegen y respetan los deseos antinómicos de quienes siguen siendo ilegibles u opacxs para el canon, la tradición y el poder.
A diferencia de la anterior afirmación sobre el Corán y la ausencia de camellos, el neomexicanismo está barrocamente saturado de sandías coloradas, de banderas y vírgenes de Guadalupe, de charros y caballos, de nopales y milagritos. Recordemos las imágenes de Julio Galán, de Nahúm Zenil, de Eloy Tarcisio, entre otrxs. No sucede así con Adolfo Riestra, él pinta peines, focos, perritos y gatitos, cuerpos de los que ya he hablado, flores y condones, deportistas, playas y muchas abstracciones. No hay en su obra neomexicanismo y quizás merezca el esfuerzo comenzar a desvincularlo para que el contexto de recepción de su obra se amplíe; que la membrana que lo cerca se rompa y su obra se desborde, como él desbordó vida.
¿Pero cómo intentar un escape de las categorizaciones? ¿Cómo comprender con otras posibilidades discursivas? No es solo lo neomexicano lo que le estorba a su obra, sino todo lo que norma la realidad. No en vano apela a una lengua diversa, a diversos lenguajes, a posibilidades ambivalentes. En algún momento impreciso inventó el neologismo “chífora” para referirse y objetar a una de sus obsesiones: lo rígido.
Con su invención de “lo chífora” aparecen como cascadas las lenguas del diablo, todo aquello que se niega a lo estricto y a lo yerto. En sentido positivo, surgen los cuerpos dóciles y plásticos que pueblan su imaginario; los troncos de sus seres tienen la flexibilidad del bambú y rehúsan la rigidez de los robles. Lo chífora es (y no es, porque escapa a clasificaciones fijas) el río de Heráclito, el libro de las mutaciones, todo aquello que se mueve y que está a punto de empezar.
Entre las posibles formas chíforas aparecen un murciélago fecundando, la rama de un árbol bifurcándose, un pene saludando al sol, una serpiente enroscándose bajo una piedra, los cuernos de un venado, los invisibles vientos de un planeta.
Lenguas chíforas, neólogas, transmutadoras, magmáticas.
Las propias formas en las que acometió el arte —sobre todo las disciplinas gráficas y pictóricas — abundan en el deseo chifórico de mutación. En el momento en que Adolfo lograba dominar algún estilo pictórico, lo dejaba, rechazando su dominio, pues lo controlable y previsible cesa de ofrecerle un espectro de posibilidades, como si el deseo estuviese satisfecho. Pintó (bien) en estilo académico, cubista (mal), realvisceralista (anormal), hizo dibujo costrumbrista, impresionista, pasó por múltiples estilo e ismos. No quiso permanecer en ninguno y tampoco procuró “inventar” un estilo propio, fiel a ese ego que rehusaba la identidad. Por eso sus dibujos son tanto de él como de sus plurales otrxs.
Este modesto esfuerzo de exhibir su Cuerpo de obra se declara parcial. No se intentó aquí una revisión exhaustiva, mucho menos definitiva. Estos signos se ofrecen separados, como un juego que permite reunir nuevamente otro cuerpo, reinventar otra forma y otra y otra. Esta exposición es una re-membranza.
Adendas
*** Adolfo murió en 1989 poco antes de que cayera el muro de Berlín, lo que significó el fin de un mundo posible y la instauración de otro, hegemónico, terrible. Ese momento también concentró, a través de la pandemia del VIH, una de las formas de bioidentificación, registro, control y exclusión de lo diverso. Hay mucho aún que aprender y recordar de ello.
*** Las insurrecciones sin humor son muy aburridas. La risa tiene un poder reformador que ejecuta a partir de un método: prepara y pone a la expectativa para derivar a la nada. El constante humor que destilan las obras de Adolfo nos sirve de recordatorio: a la vida se le puede sustraer su explicación. Quedamos, tras la gozosa carcajada, bajo la tutela del silencio.
1 J.L.B. reflexionó en aquella memorable conferencia de 1932, editada luego en El escritor y la tradición, sobre las relaciones entre la literatura y la identidad nacional.
2 Self portrait, Erika L. Sánchez
3 Paul B. Preciado, Dysphoria Mundi, 2022
4El término “neomexicanismo”, se le atribuye a la crítica Teresa del Conde quien el 25 de abril de 1987 publicó en el periódico unomásuno el artículo “Nuevos mexicanismos”. Del Conde nunca menciona en ese texto el neologismo “neomexicanismos”, sino el equivalente de “nuevos mexicanismos”.