Presentadas a escala humana, las obras abarcan desde la contemplación del universo en expansión hasta el reino infinitesimal subatómico. Kwade, siempre en busca de nuevos materiales, viajó a México para desarrollar sus últimas obras para esta exposición. Fascinada por la obsidiana debido a su relevancia histórica, propiedades materiales y cualidades reflectantes, Kwade coloca lámparas de escritorio contra la roca volcánica pulida para crear una representación luminosa de cuerpos celestiales rodeados por el oscuro vacío del espacio. Continuando con lo inconmensurablemente grande, los cuerpos celestiales y sus movimientos están representados en una serie de móviles suspendidos del techo, destacando irónicamente que simplemente estamos sentados en una roca flotando en el espacio.

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En la serie Impact, manecillas de reloj de latón meticulosamente dispuestas representan cúmulos de estrellas y el fenómeno de la gravedad. Pasando de la vastedad del cosmos al ámbito subatómico en la galería del segundo piso, el Fruit Quantum de Kwade visualiza la unidad más pequeña concebida por la ciencia en la forma de una cáscara de fruta de bronce fundido. En el patio, una estructura totémica Siège du Monde, compuesta por siete sillas montadas sobre siete esferas de piedra, considera nociones como el intento de la humanidad de controlar la naturaleza y las capas de sistemas de dominio social. Aludiendo a una hebra de ADN, la columna sugiere las sutiles variaciones en las transferencias generacionales de poder. Visualizando fenómenos naturales inimaginables, Kwade arroja luz sobre la interminable búsqueda de respuestas de la humanidad y las limitaciones de nuestra comprensión.

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Texto por Pedro Alonzo

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