Desert Flood: Claudia Comte, Gabriel Rico, SUPERFLEX
Claudia Comte
Gabriel Rico
SUPERFLEX
CURADA POR 
Jérôme Sans y Cristobal Riestra
February 10, 2023
February 10, 2023
  →  
July 23, 2023
July 23, 2023
LagoAlgo
LagoAlgo

Nacido tras la crisis sanitaria de Covid-19, LagoAlgo es un espacio fruto de un periodo de cuestionamiento radical de nuestros modos de vida y sus consecuencias. Centrado en cuestiones socioecológicas actuales, pretende considerar el arte como guía hacia nuevos modelos en armonía con la naturaleza.

Para su tercer capítulo, LagoAlgo presenta Desert Flood. La exposición nos confronta con la realidad de un mundo lleno de contradicciones. En torno a temas ecológicos contemporáneos, especialmente la escasez de agua, Desert Flood reúne a los artistas Claudia Comte, Gabriel Rico y SUPERFLEX no como una llamada de atención más, sino como una reflexión activa sobre el pensamiento ecológico.

Desde la célula hasta el planeta, cada ecosistema se rige por un principio de equilibrio dinámico, una constante regulación de las condiciones físicas y químicas que organizan la vida y su entorno. Por lo tanto, el desarrollo sostenible es un concepto contradictorio. Cualquier especie, incluida la nuestra, funciona bajo un principio de estabilidad, no de crecimiento. En un momento donde tales contradicciones son comunes, la instrumentalización de la naturaleza para responder a las "necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las de las futuras" es parte de una dinámica de mercantilización cuyos límites son ahora muy evidentes.

Combinando referencias modernistas y pop en instalaciones ambientales, Claudia Comte crea conciencia sobre la desertificación a través de sus características esculturas de cactus, mientras una risa inquietante invade el espacio de la exposición. Desde la expansión de las ciudades desde la primera Revolución Industrial hasta la expansión de las regiones desérticas (hemos presenciado más del 10% de expansión del Sahara en un siglo), la artista traza correlaciones inesperadas. Subrayando el aumento de los niveles de agua (hasta el 14% de la población mundial, o 1.000 millones de personas, se verá afectada para 2050), el colectivo SUPERFLEX completa el paradojo iniciado por Claudia Comte.

Frente a estos errores como productos de la división modernista entre naturaleza y cultura y una visión económicamente construida de la Tierra, Gabriel Rico cuestiona nuestras formas de entender y conectar con la Tierra. Explora maneras posibles de convivir con el planeta, en lugar de simplemente ocuparlo.

Mientras la comunidad científica es unánime sobre el calentamiento global, las cifras son claras y los efectos devastadores ya son ampliamente visibles. No parece haberse iniciado ningún "cambio global" real. Durante más de medio siglo, un debate estéril ha polarizado la política en dos direcciones posibles: progreso o regresión. En este mundo polarizado en el que ni los hechos ni los efectos parecen desencadenar una reacción, la esperanza de una métrica común reside, quizás, en el mundo de la representación. Formalizada en el desarrollo de la Hipótesis de Gaia por James Lovelock y Lynn Margulies, la noción de cambio global es una base conceptual, una imagen, que nos invita a considerar la Tierra como un todo, un sistema complejo con múltiples partes interactivas. Desiertos inundados y mares secos: en un tiempo de radicalización de los elementos, la naturaleza se convierte en un territorio, no para ser poseído, sino para ser habitado.

Claudia Comte

Conocida por sus entornos que combinan pintura y escultura, la artista suiza Claudia Comte presenta una instalación que confronta a la humanidad con el futuro de los ecosistemas terrestres. En su trabajo, la artista juega con una economía formal y compleja para revelar mejor las fricciones de las referencias que utiliza. Por un lado, trabaja con formas vernáculas, simplificadas y reconocibles, derivadas de dibujos animados y artesanías. Por otro lado, recurre a formas más eruditas del arte minimalista u óptico, desviando los clichés de la modernidad. A través de esta aparente ligereza, sostiene un discurso comprometido sobre la naturaleza y la urgencia de su preservación.

Con sus pinturas murales, Claudia Comte envuelve el espacio con una circularidad sin principio ni fin. Geométricas y abstractas, estas paredes contrastan con la naturaleza orgánica de las esculturas en la sala, creando un ambiente vibratorio que perpetúa la tensión iniciada por sus juegos referenciales. En el espacio transformado en un desierto árido, la artista experimenta con la distancia y la reconciliación entre los productos de un mundo sin lógica climática y biológica. Submarino o del norte, en madera o mármol, el cactus sirve como un símbolo último de resistencia y resiliencia, de fuerza y supervivencia en condiciones inhóspitas. Camuflado detrás de una América caricaturesca, alegre y optimista, de la fiebre del oro y del Sueño Americano, el cactus se inscribe en el vocabulario de Comte como el emblema de una denuncia de la desertificación general.

Inspirados en los cómics de esta cultura binaria de bien y mal y de la omnipotencia del capital, los cactus responden a las pinturas en las paredes. De aspecto ligero y desenfadado, las pinturas de imágenes evanescentes de las desastrosas consecuencias del Antropoceno toman su verdadero peso y poder a través de los contrastes. Emergentes de las pinturas para invadir el techo en una nube negra y amenazante de globos llenos de helio, las letras H y A se apilan en tipografías reconocibles de dibujos animados o cómics compartidos por todos los habitantes del mundo occidental. Ya sea la risa ronca y maquiavélica de los políticos o de los líderes de industrias contaminantes, o la risa nerviosa o cínica de las personas que intentan redimir sus errores, la risa se convierte en una forma silenciosa y pesada. Ante la pérdida de poder de las imágenes del desastre ecológico, la risa, aunque seria al principio, nos ofrece la posibilidad de otra conciencia: práctica, íntima, compartida y comunicativa.

Gabriel Rico

Autoproclamado "ontólogo con una metodología heurística", Gabriel Rico es un coleccionista del mundo contemporáneo. Sus instrumentos son los objetos de un gabinete de curiosidades contemporáneo, y su laboratorio, la galería de arte. Con paciencia metódica, recopila objetos heterogéneos que encuentra o crea. Sus instalaciones combinan irónica y poéticamente naturaleza y cultura, insistiendo en una reflexión necesaria sobre su asimetría, así como sobre nuestras propias debilidades culturales y políticas. Para Desert Flood, Gabriel Rico presenta una instalación en la que una miríada de luces de neón y formas se encuentran con las figuras antropomórficas y compuestas del mundo contemporáneo.

Tomando su título del concepto del matemático Raffaele Bombelli, las múltiples luces de neón de Cantidades Salvajes (Móvil 1), 2021 son una oda a la complejidad de las interacciones entre el hombre y la naturaleza. La instalación se compone de cuatro categorías de símbolos: los cinco sólidos platónicos en neón azul, asociados respectivamente con los elementos tierra, agua, aire, fuego y éter (quintaesencia), las primeras cinco vocales en blanco, los primeros cinco números en latón pulido, y los cinco sentidos del cuerpo en neón rojo. A través del uso de neón y latón conductor, el artista nos invita a redescubrir el conocimiento como fuente de luz, no de discordia. Al jugar con símbolos de una cosmología compleja entendida a través de las matemáticas, el lenguaje, los sentidos, la física, la química o la geometría, Gabriel Rico nos invita a jugar con la razón y la intuición para comprender nuestro lugar en la realidad.

Con Fish begin to stink by the head, 2021, Gabriel Rico expande su reflexión iniciada por Cantidades Salvajes para cuestionar cómo el entorno influye no solo en la salud, sino también en la psicología de las personas y su eterna búsqueda de la felicidad. Al ensamblar diversos objetos elegidos por su poder simbólico en figuras antropomórficas, los humanoides del artista, tanto tótems como cyborgs, generan una extraña sensación de empatía hacia lo no vivo.

SUPERFLEX

Fundado en 1993 por Jakob Fenger, Rasmus Rosengren Nielsen y Bjørnstjerne Christiansen, SUPERFLEX es un grupo de artistas interdisciplinarios daneses que combinan arte, ciencia y activismo. A menudo partiendo de una interrogación de sistemas culturales y biológicos y prácticas de exhibición, las obras de SUPERFLEX están usualmente inspiradas en formas de vida y tecnologías, produciendo entornos inmersivos en constante cambio donde humanos, animales y componentes inanimados evolucionan y crecen. Firmemente creyendo en la energía de dinámicas colaborativas y participativas y en un proceso de toma de decisiones democrático, SUPERFLEX aboga por la emergencia de inteligencias colectivas y pretende desarrollar experiencias ecológica y económicamente sostenibles.

En el video, una reproducción a tamaño real del restaurante de comida rápida homónimo se inunda gradualmente. Reconocible a nivel mundial, la uniformidad de su operación, su mobiliario y sus productos han hecho que esta empresa mundialmente famosa tenga un éxito comercial (con 23 mil millones de dólares en ventas y no menos de 40,031 restaurantes en todo el mundo en 2021). Es porque casi todos han sostenido una bandeja similar a la que flota en el restaurante sumergido que la imagen de ciencia ficción de Flooded McDonald’s, 2009 está tan poderosamente conectada a la realidad. Señalando la responsabilidad de esta firma internacional y sus similares en el calentamiento global, SUPERFLEX subraya, no sin audacia, el inevitable naufragio en el que se arrastran.

Como contrapunto irónico al tema del video y su letrero de neón amarillo, We Are All In The Same Boat, 2018 nos recuerda los letreros luminosos de las mega-corporaciones, marcas territoriales de luz y acero en la cima de los rascacielos. La instalación, compuesta de letras LED que recuerdan los anuncios publicitarios del capitalismo globalizado, está curiosamente lastrada por sacos de arena de PVC naranja que evocan los sitios de construcción donde se erigieron las torres que los sostienen, como un recordatorio de su naturaleza construida, efímera y frágil. Evocando la Tierra como un todo compartido, el único que tenemos, el conocido máximo retomado por el colectivo es, ante todo, una evocación de nuestra condición humana compartida.

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Photo Credits: Ramiro Chaves