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Los espacios públicos de muchas ciudades de América Latina son ocupados rutinariamente por arquitecturas itinerantes y una variedad de aparatos construidos para la venta ambulante, y que surgen de situaciones relacionadas con la lógica del intercambio y la distribución masiva de mercancías. En lugares como la Ciudad de México, este fenómeno consiste visualmente en un sistema arquitectónico efímero de rejillas metálicas, vehículos rodantes y cajas de plástico, que en conjunto producen un sistema complejo y mutable que puede servir como contenedor para la mercancía, un medio de transporte y un espacio de exhibición, según las necesidades de sus usuarios. Este ingenioso sistema modular incorpora simultáneamente el espacio urbano al flujo de capital, lo que implica dinámicas de territorialidad estructuradas jerárquicamente y, en algunos casos, clientelista prácticas.
Basándose en su estudio de este fenómeno como parte de una residencia realizada en México entre 2007 y 2008 (FONCA-CONACULTA), el artista colombiano Felipe Arturo (Bogotá, 1979) ha desarrollado un sistema de construcción basado en los materiales utilizados en el comercio informal. Ha producido estructuras y acciones móviles que recrean espacios de ocio y entretenimiento, adaptables a las condiciones de cada sitio e instalados como intervenciones. Tal es el caso del proyecto de investigación Los exiliados de Trotsky, que consistía en identificar las distintas ciudades en las que el líder político ruso estuvo exiliado durante los regímenes zarista y estalinista, y luego localizar las calles de la Ciudad de México que llevan los mismos nombres, recreando así un mapa de desplazamientos sobre el cual el artista realizó una serie de acciones efímeras, que registró en vídeo. el 52 propone un proyecto para el que Felipe Arturo ha integrado su investigación sobre la arquitectura espontánea en el espacio expositivo, generando aparatos como el Biblioteca comunitaria itinerante, una obra que consiste en cajas de plástico y barras metálicas que se pueden desmontar y volver a montar y, por lo tanto, funcionar en diferentes contextos. En este proyecto, la itinerancia y el comercio informal se transforman en un sistema que produce, distribuye y recicla estructuras que se autoperpetúan. Invade el territorio del arte a través de arquitecturas efímeras que fusionan las nociones estéticas de contenedor y contenido, superponiendo las operaciones del transporte vehicular, el espacio expositivo y la imagen temporal de la ciudad.
Inspirado en el ensayo de Walter Benjamin»Desempaquetar mi biblioteca» (1931), un texto que hace referencia al impulso del autor por recopilar, Biblioteca comunitaria itinerante es un proyecto nómada que aún está en desarrollo. Estará abierto al público en el 52 hasta el 18 de abril de 2010, tras lo cual podrá viajar a otros lugares. La intención es reunir la mayor cantidad posible de libros en cada lugar donde se lleve a cabo la obra, recurriendo a las donaciones voluntarias de los visitantes. Esta pieza se inaugurará junto con otras estaciones itinerantes del artista, que se utilizarán para presentar varios programas de cine y vídeo durante la duración de la exposición.
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