A diferencia de otros procesos artísticos en los que se cambia o manipula el material, el trabajo de Dávila no depende de modificar el estado original del material, sino de su reorganización. De este modo, el papel del artista es más el de un catalizador, que facilita los procesos entre fuerzas ya existentes. Los diálogos que Dávila activa dependen de una serie de variables y objetos: el espacio en el que trabaja, los materiales, las texturas, los pesos y la forma en que estos pesos interactúan entre sí, junto con los materiales que los unen.

En el espacio principal de la galería, tres esculturas compuestas por vigas de metal, rocas y una esfera se equilibran mediante una serie de pesos, sostenidos por puntos de tensión. Las vigas metálicas forman diagonales que, debido al movimiento del espectador en el espacio expositivo, pueden presentar de repente ángulos y perspectivas nuevos y, a menudo, dramáticos. Esta composición espacial tiene un efecto aún más complejo: la pérdida de orientación. En otras palabras, no está claro si la colocación de las esculturas es intencional o aleatoria; parecen emerger del suelo y alcanzar el techo y viceversa.

En el segundo piso de la galería, Dávila presenta otro grupo de esculturas que continúan la investigación de los materiales que utilizó anteriormente. El hormigón, el cristal, la roca y la madera se ponen en tensión física, nivelándose entre sí, mientras se equilibran y se enfrentan entre sí. Las acciones dependen no solo de los materiales (cinturones industriales, cables de acero y puntos de montaje), sino también del propio espacio.

El artista ha incluido en su obra tres elementos bastante insólitos y completamente nuevos: ramas, una esfera de cristal y una manzana, objetos escultóricos que son menos neutros que los materiales de construcción que Dávila suele utilizar. Todos los objetos tienen un significado idiosincrásico e histórico y actúan como una yuxtaposición con los materiales normales, a la vez que revelan una visión más clara del artista.

La manzana, en el trabajo Cada hallazgo tiene una consecuencia, abre una conversación sobre el descubrimiento de Newton de la gravitación universal. En relación con esto, el físico y teórico italiano Carlo Rovelli afirmó que las nuevas teorías solo podrían surgir a través del conflicto de dos teorías anteriores que funcionaban bien. Por lo tanto, se podría afirmar que Newton dividió la obra y las teorías de Galileo y Kepler para formar su noción de gravedad.

Utilizando este pensamiento como trampolín, pero en otro tipo de investigación, Dávila ha presentado a lo largo de su carrera dos tipos diferentes de sistemas de la historia del arte reciente. Por un lado, el artista se refiere constantemente al minimalismo estadounidense, en el que artistas como Donald Judd, Richard Serra, Robert Smithson y Dan Flavin se apropian de materiales y formas. Por otro lado, Dávila también se refiere a movimientos latinoamericanos como el neoconcretismo y la arquitectura moderna, pero también a artistas contemporáneos recientes que han hecho del «tercer mundo» su materia prima.

Este conflicto permanente en la obra de Dávila entre las corrientes históricas, la forma y el entorno, el peso y la fuerza, la autonomía y la apropiación comienzan a revelar aspectos metafísicos, melancólicos e incluso románticos. La obsesión más reciente del artista por el equilibrio y su interés por la verticalidad muestran cómo el artista está dando pasos hacia una nueva dirección en su carrera.

Mecánica de lo inestable presenta una oportunidad para observar las formas sutiles, sin olvidar el espacio y los materiales, en las que el artista se ha posicionado como un reorganizador de las estructuras y su delicado estado de descanso/quiedad/reposo. Estructuras inusuales, deliberadas e incluso absurdas, cuyos elementos se vuelven cada vez más distantes y precisos, respaldan la idea de otros tipos de escalas, incluso de sistemas más amplios, que ya nos contienen o nos contienen.

Texto de Humberto Moro