«La historia cultural, vista como un escenario para la transformación arquitectónica, puede entenderse como el flujo de formas destinadas a la decadencia, como si estas tipologías fueran una consecuencia natural de los órdenes sociales, económicos y políticos. [...] Ojo por diente, un proyecto escultórico de Pablo Rasgado, conserva la estrecha relación con estos debates sobre la «naturalización» de las formas sociales. Más que una alusión a la lucha entre los fuertes y los débiles, esto in situ La instalación aborda un sentido estético posterior en la historia cultural: su relación con la erosión de la funcionalidad de los objetos, en este caso de los edificios. ¿Con Ojo por diente, el artista propone una interacción entre formas exhibidas de manera precaria, que desaparecen en el aire sin revelar claramente a primera vista si constituyen rastros de la misión civilizadora, fragmentos alegóricos u objetos intersticiales que son vestigios tanto culturales como biológicos.
El tema del proyecto se basa en los procesos transformadores de la forma, como consecuencia de la irrupción de una nueva función sobre una anterior decadente. Estos procesos históricos se ven más claramente en el contexto de las transformaciones arquitectónicas, al igual que con el desmantelamiento de templos antiguos [...] La problemática pérdida de identidad para «lo cultural» y «lo natural» recuerda a la obra de Pablo Rasgado, quien, reutilizando los materiales extraídos de una casa en renovación, para crear formas similares a las de los fósiles que eventualmente se convierten en escombros.
[...] El título del proyecto, Ojo por diente, hace referencia al pasaje bíblico «ojo por ojo, diente por diente», lo que significa que todo tiene su equivalente. Esto va en contra de la dialéctica moderna que considera la cultura y la naturaleza como cosas opuestas en busca de una síntesis estabilizadora. Los procesos de naturalización de un evento cultural que articula la propuesta artística, es decir, la forma en que nos referimos a los procesos de «eternización» de la mercancía patrimonial al transformarse en un fósil, se señalan en este caso como consecuencias de la erosión de la funcionalidad. Más que establecer equivalencias, la obra de Rasgado se refiere a la conversión de uno en otro, contrariamente al abandono de la «cultura» y la «historia» al orden natural y su eventual transformación entrópica en ruinas.
[...] Como estrategia espacial que surge de un sitio específico, la serie de esculturas en descomposición que el artista moldea a partir de los escombros —los «excesos» del edificio original— están hechas de factores intrínsecos, es decir, estimuladas internamente por la eficiencia de la propia galería.
[...] Rasgado ofrece un proyecto de naturaleza paleontológica, basado en formas geométricas y arquitectónicas que parecen antiguas, así como en figuras geológicas y/o humanas. [...] Así como los procesos entrópicos descomponen los sólidos, las esculturas se transforman en otros, creando una narración del vínculo temporal entre los signos que nacen y se funden en otros a partir del propio material. Esta disposición, por lo tanto, ocurre de una manera similar a los procesos naturales tanto como a otros procesos culturales, estéticos, sociales y financieros, en el sentido de que las esculturas similares a fósiles no se petrifican en una «eternidad» natural, sino que están constituidas por factores temporales. En el intersticio resultante de un sólido que se convierte en otro sólido mediante estos procesos arquitectónicos, tal irrupción de formas escultóricas es un despliegue fenomenológico intermitente de figuras que se disuelven sucesivamente en el aire, es decir, en la medida en que se convierten en escombros inutilizables.
En su afán arqueológico, este proyecto escultórico trata el presente como un continuo, una aparición y desaparición de cosas que pueden dejar huellas tanto como pueden simplemente evaporarse en el aire.
[...] La consideración del valor en la obra de Pablo Rasgado tiene que ver con el significado de la forma, su apariencia como basura o la reconfiguración de la ruina insignificante en una forma artística. Emergiendo de la actividad estética que confirma el significado de la forma, sus esculturas van más allá del valor utilitario, al mismo tiempo que son los últimos vestigios del excedente, el cadáver de lo que alguna vez fue útil antes de su evaporación en el aire. Sin embargo, en su perspectiva estética, el detritus adquiere otro significado. Ahora, más que la acumulación de basura —ladrillos y paneles de yeso—, se trata de una aparición escultórica que forma un registro fotográfico de la aparición misma. Su precariedad, que no tiene forma de petrificarse en el curso intemporal de la historia natural, es un fragmento simple y melancólico, carente de estructura o solidez, solo una imagen fugaz atrapada entre los flujos de la decoloración que afecta a todos los sólidos.
Como un paleontólogo ficticio, Ojo por diente da sentido a formas de carácter «fosilizado», como si fueran huellas fantasmales, pero sin soporte, sin un referente físico que pueda verificar empíricamente el curso de la desintegración del objeto o del cuerpo. Estas imágenes escultóricas parecen emanar de «rocas sedimentarias», como si el escenario de las ruinas de una galería de arte que se está remodelando pudiera dar a entender el significado de estos hallazgos. Pero, como está claro, estas formas creadas a partir de la textura terrosa de una delgada pared de ladrillo bermellón también asumen la apariencia de un sólido, la petrificación de lo natural mediante la huella de seres de otra época, seres que ni siquiera son fantasmas, ya que no hay registros de algo que tuviera un pasado cultural antes de convertirse en un vestigio. Por lo tanto, la estructura dialéctica entre lo cultural y lo natural se disuelve.
Willy Kautz
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Photo Credits: Enrique Macías