Félix Curto
Western Stories
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CURADA POR 
July 6, 2013
July 6, 2013
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September 6, 2013
September 6, 2013
OMR
OMR

OMR presenta la más reciente exposición individual de Félix Curto en México, Western Stories. Desde finales de la década de 1990, la artista (nacida en Salamanca, España, en 1967) ha pasado largos períodos en México, principalmente en Taxco, Guerrero. Los medios y temas que guían su obra provienen de experiencias trascendentales, de las cuales los viajes por carretera por el campo mexicano y otros territorios lejanos han sido decisivos. El artista está en continua exploración, una condición de desplazamiento en la que el viaje es el destino. La obra de Curto expone la complejidad material y social de estos territorios, al tiempo que materializa su mentalidad personal inspirada en la subcultura estadounidense de mediados del siglo XX.

Canciones de Neil Young, Tom Waits o Johnny Cash; novelas y poemas de Jack Kerouac, Neil Cassady, Edwin Gilbert o Robert Frost, y películas como Easy Rider o París-Texas, forman el marco cultural de Curto, al igual que sus compañeros de viaje. Los viajes y las referencias se hacen visibles a través de diversos medios. Los objetos cotidianos llevan inscripciones extraídas de novelas y canciones. Fragmentos similares ocupan superficies explícitamente pictóricas, como lienzos o trozos de cartón. Las fotografías de diferentes formatos muestran paisajes y sus habitantes. En conjunto, estos medios revelan un mundo en el que la ficción occidental y la literatura de la Generación Beat dialogan con las economías fronterizas entre Estados Unidos y México, que determinan el valor de los objetos y las narrativas de la vida cotidiana. El arte de Curto retrata una realidad que el artista ha explorado y abrazado en sus viajes, una realidad que parece ajena a la vida urbana, pero que puede captarse en el cine y en la cultura popular norteamericana. Además, esta obra reproduce esa realidad en el espacio expositivo y, por lo tanto, propone su implicación con respecto a nuestras propias vidas.

La obra de Félix Curto es el resultado de un viaje interior guiado por sus experiencias, así como por la literatura y la música. Para Curto, un lugar puede conocerse, sin estar allí, a través del imaginario colectivo. En particular, sus imágenes del Lejano Oeste se han construido con referencias del cine y la literatura y sus coincidencias con México, en su tensión con esa América salvaje. La obra manifiesta una relación mística con el paisaje, similar a la de los pueblos nativos americanos. Para ellos, la vida es un desplazamiento del lugar primitivo, una oscilación con respecto al origen. En este sentido, la obra de Curto es nostálgica por ese lugar sin fronteras donde somos «auténticos». Sus piezas son a la vez documentos y especulaciones; se encuentran en el límite entre lo que es íntimo y lo que se comparte.

Por lo tanto, viajar implica una condición de migración. Este desplazamiento, que Curto ha experimentado al mudarse a México, también está presente en los personajes que aparecen en sus fotografías, así como en los objetos desechados en los Estados Unidos y reciclados en México. Los viajes están relacionados con la transformación: el desplazamiento de un objeto o una persona a un territorio extranjero produce mutaciones; impone nuevas narrativas y significados. Estas transformaciones dejan huellas, visibles en la estética del desperdicio que distingue a las piezas de Curto.

Los objetos intervenidos por Curto dan testimonio de los lugares, usos e historias de los que han formado parte. Esta basura cotidiana explica su transferencia de una economía utilitaria a una estética. El lenguaje, que prevalece en sus obras recientes, también aparece como rastro, como un medio para exteriorizar narrativas y referencias culturales en la mente del artista. Las pinturas y los dibujos revelan una escritura automática, una expresión sin premeditación. Es un estado de entrega a la carretera, al propio espíritu. Para el artista, los dibujos funcionan como diarios de viaje que reflejan sus encuentros y motivaciones. Estas piezas presentan paisajes mentales que permiten deambular por las asociaciones entre lugares, objetos y referencias culturales que ofrece Curto. Juntas, sus piezas forman una constelación, un paisaje a la vez mítico y místico, y quien lo observe puede crear sus propias conexiones, sus propias rutas.

El artista trabaja por sí mismo, encontrando, interviniendo, desgarrando y reconstruyendo las piezas. Estas se convierten en huellas de sus viajes a través de lugares remotos que se mantienen vivas a través de la memoria. La obra de Curto se sitúa entre la vida y la reminiscencia, en el lugar ambiguo entre lo real y lo imaginario. Félix Curto pertenece a todos los lugares y a ningún lado. Es contracultural: «es mejor quemarse que desaparecer».

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Photo Credits: Enrique Macías