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Decir deseo, como si de una inmensidad que se va haciendo espacio entre el caos, el error y el fallo se tratase, decir deseo con toda la alegría de saberlo a servicio de la vida y su continuidad. Decir deseo pero no cerrar sus filas, sino sostenerlo y buscar afectos que nos permitan su expansión. Decir deseo, siéndolo, sosteniéndolo y haciendo de este un mecanismo infeccioso que se encuentra entre fluidos, más precisamente lágrimas, saliva y sudor, convocando a un congreso de lo público. Decir deseo, como quien dice prefiero morir y acompañarnos [incluso] desde ese deseo que ya es, desde ahora, público.
Decir deseo como el punto de fuga del duelo al vuelo. Perspectiva. Decir ese deseo como se dice poro abierto, mano tendida, la hospitalidad más radical que nos abre hacia lx otrx. El deseo como un paso o puente entre lo más íntimo y lo público, deseo político, polisémico. Deseo como puerta de entrada, abierta a lo que (se) venga.
Decir deseo que no es falta, ni fantasma, decir deseo y violentamente trazar el paso que nos permita encontrarnos con la transmutación que está ocurriendo desde ayer y aún así, sólo hoy nos hemos atrevido a seguir su flujo. Sostener el impulso que genera las posibilidades que a borbotones se hacen presentes a partir de diálogos [a veces delirios] internos sobre la muerte y el cambio, la tristeza y el goce, la rabia y la saudade, la piel y el mundo en ruinas habitado por cuerpos que son apenas eso, ruinas en plenitud. Entre tinta, acuarelas y lápices de cera que se fusionan en papeles de algodón, nos encontramos con la impronta del proceso de retorno así misma y al ensayo del nosotras propuesto por Pia, una serie de trabajos que parecen coreografiar el caos que supone re-erotizar el mundo, como si de escapar de la productividad para sostener el tiempo lento se tratase.
Decir deseo como resistencia, para re-erotizar el mundo, por la vida. En contra de las necropolíticas, y al encuentro de una puesta en práctica desde la vitalidad creativa de otras posibilidades de ser y estar. De gozar. De sanar. Ante la celeridad de la muerte, el caracoleo lento y baboso de la vida. Ante los píxeles, la mano y su gesto lento del trazo del pincel y crayón sobre papel. Ante la productividad capitalista, la desidia deseosa de ocio. Decir de-seo y entonces el de- es el momento de diferir, de agregar el anhelo y construcción de futuro al presente que así sea, desea.
Decir deseo desde esos mismos diálogos internos [y delirantes] para pensar en las múltiples oportunidades que tenemos no sólo para el ensayo del nosotras en toda su porosa acepción, sino además para arriesgarnos a ensayar una ética de lo erótico, bordear lo posible, bordear las oportunidades del hacer-equivocarse-hacer, huir, escapar, planear la fuga del “deber ser”, de “lo correcto” y hasta incluso del propio y mismísimo impuesto mandato del “bien”.
Decir deseo y estallar en múltiples formas para sostener la fuerza vital en todas sus manifestaciones. Repetir y volver al comienzo. En tránsito, los cuerpos presentes en estas piezas se buscan desde la caricia, el baile y la penetración. Se buscan y convocan a una ética de lo erótico para no hacer del placer y el humor un campo solipsista, sino un baile donde las multitudes que la artista retrata se prestan los espejos del deseo reverberante, ese que atraviesa todos los sentidos hasta dejarlos húmedos de tanta fricción que de cuando en cuando provoca. Asumimos el riesgo de encontrarnos con ese espejo cuya justa dimensión nos permite ser intensas y esparcirnos por todo el espacio, así, abrazar nuestra singularidad mientras nos dejamos ser ocupadas por multitudes.
Decir deseo sin eludir ni elidir la respons-habilidad de lo dicho. De quién ha podido decirlo y quién no. Reivindicar la reterritorialización del deseo en/desde la pluralidad. La belleza y potencia de conjugar y conjurar el nos/otras.
Decir deseo como se dice correspondencia. Decir deseo como reivindicación de lo que se niega. Decir deseo como decir provocación, empatía y contradicción en movimiento. Decir deseo como quién dice “borremos todo lo que dolió y nos hizo dolientes”, borrar para no olvidar. En esta exposición Pia condensa la fragilidad que sostiene la experiencia del cuerpo –que a la vez, podríamos decir es el cuerpo de la propia artista– en una sociedad compuesta por múltiples mandatos sociales, los mismos que encasillan, limitan e incluso determinan la finitud del mismo. Si la pasión que implica re-erotizar el mundo [que aún no conocemos] está en el fondo del océano, toquemos fondo juntxs. Sumergir para subvertir, para resurgir.
Decir deseo y más que sinónimo de tener, que sea sostener. Que sea desobediencia. Deseo como lo opuesto al cinismo. Deseo deseo como la niña feral, la huérfana, mira esa velita de cumpleaños, es decir ya embarrada de pastel, de colores vivos, de estrellas recién nacidas, de galaxias ancianas, de fulgor. ¡A la calle chicas! Deseo desbordamiento.
Decir deseo y la noche se vuelve nacarada. Un mural nos invita a mirar. Deseo revelación, luz. ¿Por cuáles orificios se cuela la subjetividad? Esa oscuridad donde nos vamos conociendo, reconociendo. Decir deseo como sinónimo de construir colectividad, posibilidad. Decir deseo y delirio y río liana flujo nalga lágrima ama maraña mama placer liquido lava leche sangre sierpe irrupción erupción horno y adorno. Deseo deslumbrante, incandescente, indecente. Un golpe y su flor.
¿Quién dice “deseo”? ¿Qué sostiene el deseo en este mundo en ruinas?
Gabriela Jauregui (Ciudad de México, 1979) es autora de la novela Feral, publicada por Sexto Piso en 2022, ganadora del Premio Nacional de Bellas Artes 2023 y finalista al premio Amazon de primera novela 2023. También es autora del libro de cuentos La memoria de las cosas (Sexto Piso, 2015), así como del libro de ensayo y poesía ManyFiestas (Gato Negro, 2017), de los poemarios Leash Seeks Lost Bitch (Song Cave, 2016) y Controlled Decay (Akashic Books, 2008) y co-autora de Taller de Taquimecanografía (Tumbona, 2011). Además es editora y autora de Tsunami, Tsunami 2 y Tsunami 3 (Sexto Piso) y Tsunami: Voices From Mexico (Feminist Press, 2025).
danie valencia sepúlveda (Ayutla, Jal. 1990) escritorx, traductorx y educadorx independiente, actualmente es editorx en jefe de la plataforma Terremoto. Sus intereses de investigación atraviesan la fabricación de subjetividad, el sufrimiento psíquico, la semiótica, la imaginación contracolonial y la búsqueda de procesos emancipatorios conjurados desde las multitudes. Sus textos aparecen en plataformas como la Fundación Bienal de Sao Paulo, La Escuela, FelipaManuela y la revista Balam. Coordina el grupo de estudios Salud Mental: neoliberalismo, subjetividad y sufrimiento psíquico dentro de Obrera Centro. Entre otros proyectos es escritorx en residencia del proyecto Current IV "otras montañas, las que andan sueltas bajo el agua" curador por Yina Jimenez Suriel para TBA21–Academy.
Texto comisionado con motivo de la exposición Deseo, Deseo de Pia Camil, OMR
19 de septiembre - 2 de noviembre, 2024